Cada rostro es único. Un sistema desarrollado por F7 Corporation puede identificar a cualquier usuario mediante una cámara web convencional con una tasa de error de uno entre un millón. Como si fuese una madre, es capaz de distinguir los rasgos más sutiles. No se le escapan los hermanos gemelos, ni los cambios en el vello facial.
F7 Corporation es la marca detrás de FacePhi, una aventura empresarial gestada en Alicante hace seis años. Nació tras intuir un nicho de mercado en el sector la seguridad biométrica. Es decir, en identificar a personas en base a sus características físicas. La huella dactilar, el iris, o incluso el calor que emite su cuerpo. Optaron por el reconocimiento de rostros porque, afirman, «es muy habitual tener una webcam en casa. Sin embargo, ¿quién tiene un lector de huellas dactilares?». El resultado es F7 Face Recognition.
Innovación española
El desarrollo de F7 Face Recognition, que ha llevado cinco años, se ha realizado por completo en España. Su principal característica es que no necesita usar cámaras especiales para hacer un reconocimiento facial preciso. Las webcam que incorporan la mayoría de ordenadores portátiles modernos —o los smartphones— es suficiente para usarlo. Y es rápido. En aproximadamente una décima de segundo es capaz de verificar la identidad del usuario.
Aseguran que este software es capaz de identificar todo tipo de intentos de fraude. Un ‘detector de vivacidad’ se encargaría de analizar los parpadeos e identificar sí está ante una foto o un vídeo de una cara, o si lo que ve es un rostro real. Incluso es capaz de distinguir entre gemelos, o reconocer a alguien que ha cambiado su look.
El sistema está destinado a ofrecer un control de acceso seguro para casi cualquier aplicación. Gestión de VIPs, control de embarque en los aeropuertos, o administración de cárceles y edificios gubernamentales. Pero sobre todo la autentificación ante entidades bancarias, que representa el 80 por ciento de las pruebas que F7 Corporation lleva a cabo.
Además de utilizar una clave escrita, como es habitual, los clientes de un banco con este sistema se identifican gracias a la cámara web de su ordenador o su teléfono móvil. Incluso una instalada en el propio cajero automático. Cada rostro genera un código único de 6 kilobytes (una cadena de unos 8.000 unos y ceros), que es el que se compara con los registrados en el sistema. Esto dificulta el fraude y la usurpación de identidades mediante el robo de claves.
En América Latina
El producto se presentó en España, pero la situación económica poco propicia animó a la compañía a probar suerte en América Latina. Primero a Panamá, y después en el resto del continente. Ya tienen instalado —y operativo— F7 Face Recognition en parte de la red de cajeros automáticos del banco peruano Interbank. Además está en pruebas en varios países de la región.
La apuesta por América Latina se debe a que la marca ‘España’ aún tiene prestigio en la región, y sus entidades «tienen ganas y posibilidades de invertir, lo que ayuda a abreviar el retorno de la inversión». También porque su tecnología «puede ser una ayuda a la lucha contra el fraude, que es un tema que quieren arreglar». Confían en implantar su sistema de forma definitiva en varias entidades financieras de Sudamérica, y con esos casos de éxito lanzarse a comercializar su producto en el resto del mundo.